Esta es tu última noticia por ver este mes
Navega sin límites durante 6 meses por solo 19,95€, ahorra un 50%
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Te quedan noticias por ver en este mes
Te queda 1 noticia por ver en este mes
Navega sin límites durante 6 meses por solo 19,95€, ahorra un 50%
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
ARCHIVO MUNICIPAL DE VITORIA/ARQUÉ
ARCHIVO MUNICIPAL DE VITORIA/ARQUÉ
Años de sinsabores compensaron al Alavés con el ascenso a Segunda el 11 de junio de 1961 en Mendizorroza. El salto de categoría tuvo bastante de proeza para un equipo que se había proclamado campeón de su grupo de Tercera y debía superar dos eliminatorias hasta entonar el alirón, la primera ante el Rayo Cantabria y la segunda, muy exigente, frente al Sevilla Atlético. El Glorioso se presentó al decisivo partido en Vitoria con un 2-0 de la ida en el Pizjuán. En cuanto rompió la descarada defensa andaluza, llegaron los goles, tres, los justos para remontar y subir. Badiola marcó el 1-0 en el minuto 40 ya con el rival en inferioridad numérica por una expulsión, «Achuri» amplió la renta local en el 57 y Alcorta sentenció (3-0) en el 70.«Cuando terminó el partido, una explosión de entusiasmo hizo saltar al campo a un enjambre de aficionados», escribió «Gomecha» (Hilario Dorao) en EL CORREO. «Tomaron a los jugadores en hombros, al entrenador, al delegado de campo, José Luis Menoyo, que el »pillín« tenía escondida una bandera grande que extendió y paseó con alegría tremenda», relató el cronista. La imagen muestra al recordado «Matraca» abrazado al goleador «Achuri», que porta la banderola.
ARCHIVO MUNICIPAL DE VITORIA/ARQUÉ
Hasta la construcción del circuito permanente de Escalmendi, junto al parque de Gamarra, con su característica torreta para jueces y cronometradores, las pruebas de motocross se celebraban en Vitoria en un trazado de tierra que se habilitaba para la ocasión entre El Batán y el «monte de la tortilla». Tenían su público, que era multitudinario cuando la Peña Motorista de Álava programaba alguna competición de carácter regional y hasta nacional. En 1959 se disputó en la ciudad el campeonato de España de la modalidad y antes y después de esa fecha con motivo de las fiestas de la Virgen Blanca se disputaba el Motocross de Álava (en la imagen, un momento de su sexta edición el 7 de agosto de 1960). Cita puntuable para el campeonato nacional, aquella mañana se congregaron en Mendizabala miles de espectadores alrededor de los 1.300 metros del trazado para presenciar las nueve mangas puntuables. Fueron tres series de ocho vueltas por cada categoría –hasta 125 centímetros cúbicos, 500 cc y 250 cc– plenas de espectacularidad y emoción. La más apasionante, no exenta de caídas, fue la última, ganada por Juan Elizalde con una «Ossa». La carrera inaugural, la de 125 cc, contó con el atractivo de contemplar al vitoriano José Castillo, cuarto entre nueve pilotos, sobre una «Bultaco». Venció Oriol Puig. En la cilindrada superior venció Andrés Basoli, con «Derbi». Nada más entregarse los premios y después de una matinal soleada y entretenida, descargó sobre el circuito un inesperado aguacero.
ARCHIVO MUNICIPAL DE VITORIA/ARQUÉ
El Pleno del Ayuntamiento de Vitoria, a instancias de la comisión de Festejos, concedió el Celedón de Oro de 1972 a la coral Manuel Iradier y a título póstumo al periodista Hilario Dorao, fallecido un mes antes, el 12 de agosto, en el ejercicio de su profesión a los 71 años. De ambos se destacó como razones de la vitorianísima designación su rica aportación a lo largo de toda una trayectoria. Musical la del coro, embajador de Álava en certámenes y conciertos nacionales e internacionales, e informativa y divulgativa la del redactor, que siendo veinteañero fue el primer presidente del Deportivo Alavés (1921) y más tarde, primer director de la delegación alavesa de EL CORREO. La entrega de la dorada estatuilla se celebró por primera vez en sus diez años de existencia en un acto popular en Olárizu coincidiendo con la romería que se celebra en la dehesa el lunes de septiembre posterior a la Natividad de la Virgen (día 8). En este caso, el 11. De manos del alcalde José María Mongelos, por la Manuel Iradier, que acababa de regresar de una gira por Barcelona, la recibió su director, Emilio Ipinza (en la foto, vestido de blanco, sostiene la talla rodeado de coralistas y familiares). Cómo no, interpretó dos piezas de su repertorio, «Maite» y «El solar alavés». Pilar, la hija del difunto Hilario, de luto, recogió el galardón emocionada por el recuerdo de su padre y agradecida por el gesto. Ya por entonces, la prensa se hacía eco de la necesidad de publicitar convenientemente las bases del Celedón de Oro para abrirlo a las sugerencias de la ciudadanía.
ARCHIVO MUNICIPAL DE VITORIA/ARQUÉ
Y eso que la advertencia impresa en la misma lona publicitaria de Firestone ya avisaba al conductor de una altura libre del puente bajo el ferrocarril de 4,5 metros. El chófer del camión M-115725 o no apreció la indicación sobre la medida máxima para el tránsito de vehículos de gran tamaño o creyó que libraría con el remolque cargado con una enorme máquina de obra. Por una razón u otra, la cosa es que el transporte pesado que abandonaba Vitoria por la N-1?(Irún-Madrid) se quedó atravesado en la calle Castilla a primera hora de la mañana del 25 de abril de 1961. Ni fue el primero ni tampoco sería el último que quiso atravesar la estructura ferroviaria y no pudo cuando la muy transitada zona de paso, de un solo carril por cada sentido, era tan angosta como se aprecia en la imagen. El percance atrajo como de costumbre la atención de curiosos y también la presencia del alcalde Luis Ibarra. El tráfico se vio alterado el tiempo que necesitaron las asistencias para remolcar el camión y devolverlo a la ruta. Con el tiempo, el Ayuntamiento intervino bajo el puente. Amplió su anchura con la supresión de las aceras, sustituidas por dos pasos cubiertos de uso exclusivo para peatones. En la actualidad, el viaducto de Portal de Castilla es amplísimo y moderno.
ARCHIVO MUNICIPAL DE VITORIA/ARQUÉ
Después de más de cincuenta años de servicio a la empresa y la clientela, llegada la merecida edad de jubilación, José Galdos Izurrategui se retiró entre el aprecio de muchos, que no era poco botín emocional para la nueva vida de inactividad laboral que se le presentaba. Sus compañeros del Banco Hispano Americano de Vitoria, con sede en la calle Dato, lo despidieron como procede en situaciones así, cuando es sentida la pérdida de la persona que los abandona. En marzo de 1974, el veterano apoderado-jefe del departamento de Carteras de la entidad de ahorro se sentó a la mesa con sus jefes y otros empleados para dar cuenta de un almuerzo bien atendido y mejor celebrado. Con el brindis llegó el momento estelar de la tarde. Sonó la música del zortziko «San Prudencio» con don José, en la imagen, tieso a modo de director de orquesta y sin desprenderse de su habano. El responsable del banco, Diego Lorente, le dedicó unas sentidas palabras de agradecimiento y le hizo entrega de una placa conmemorativa. El agasajado, que procedía del Banco Urquijo Vascongado, luego absorbido por el Hispano, desempeñó a lo largo de su carrera diversos puestos y responsabilidades. Ejercía de vitoriano y se le reconocía un trato afable y campechano, primordial para tratar con el cliente y sus dineros y granjearse amistades.